Copa Los Andes
La Copa Los Andes
Como todo empezó
El 7 de Agosto de 1940, un acta de la Asociación Argentina de Golf daba cuenta de la invitación de la Asociación de Golf de Chile (antecesora de la actual Federación) a golfistas aficionados argentinos, para participar de torneos a disputarse en Viña del Mar y Santiago. Entre esos torneos figuraba la propuesta para “una competencia amistosa entre aficionados de ambos países y hándicaps iguales”, que a la vista de lo ocurrido podría considerarse un embrión de la futura Copa Los Andes.
La presencia de los golfistas de otras tierras hizo reflexionar al arquitecto Eduardo Costabal Zegers integrante del comité que organizaba esos torneos, sobre la posibilidad de establecer una competencia más profunda y ambiciosa. Fue así que a comienzos de 1942 lanzó su idea: un campeonato sudamericano de golf para jugadores aficionados. De esta forma, en dos años tuvo el primer torneo con dos equipos, en un lustro ya eran tres y luego fueron sumándose todos los países de la zona.
La Historia de la Copa
La historia de la Copa Los Andes, arranca exactamente un siglo y un año antes de las primeras iniciativas de Eduardo Costabal. En 1841, la reina Victoria de Inglaterra requirió los servicios de la casa de joyeros, artesanos y orfebres Mappin & Webb para diseñar un trofeo, que estaría destinado a rendir homenaje al Royal Yacht Squadron, un exclusivo club de yachting de la isla de Wight.
Entre los varios diseños propuestos a la soberana, figuraba una obra en plata pura de William Bellchambers, famoso punzón de la época. El artista concibió un trofeo de elaborado trabajo y gran porte: 52 centímetros de altura, sin contar la base, y seis kilogramos de peso.
La reina Victoria, finalmente, eligió otro modelo. Y el gran trofeo de plata, por azares del destino y decisiones empresariales, fue a dar a la vidriera de la sucursal de Mappin & Webb de Buenos Aires, un siglo después.
La idea de un campeonato sudamericano necesitaba corporizarse en un trofeo. Costabal y sus allegados iniciaron la búsqueda en Chile y también en Buenos Aires. Lo encontraron en la porteñísima calle Florida. El objeto de arte no estaba en venta, sino en simple exhibición. De allí que cuando Costabal quisiera adquirirla, la primera respuesta fuera negativa. Finalmente, el dirigente chileno salió con la suya. No el regateo, sino el anuncio de los futuros esplendores del trofeo, fue lo que conmovió al gerente de Mappin & Webb.
“Esta copa viajará a cada país del continente para ser disputada en un torneo sudamericano de golf y será un símbolo”, fueron, probablemente, las palabras de Costabal. Días después, el trofeo estaba viajando hacia Santiago, en el interior de una valija diplomática.
La copa mantiene, a través de su siglo y medio, su particularísima presencia. El copón, que se yergue sobre una base que recuerda el tronco de un árbol, muestra pequeñas figuras de animales y plantas. También conserva, junto a las menciones de los campeones sudamericanos de golf, en sus caras y en su base, que fueron agregadas en estos cincuenta años, las inscripciones originales: “Royal Yacht Squadron. 1841. The gift of her most gracious Majesty Queen Victoria”. Esto es, “el presente de su más graciosa Majestad, la reina Victoria”.
Los inicios
El reglamento original fue redactado por el comité organizador y en poco difería de los que se aplicaron posteriormente.
El documento establecía que “serán organizadores de esta competencia, la Asociación de Golf de Chile y la Asociación Argentina de Golf de acuerdo con las bases que se indican a continuación, para equipos de aficionados de países sudamericanos y para jugarse en Santiago de Chile y Buenos Aires, Argentina, en forma anual alternada”.
Se incluían además algunas “definiciones”:
- Un equipo: debe tener no menos de 4 jugadores;
- El bando: constará de 4 jugadores seleccionados del equipo;
- La comisión: es la que estará a cargo del concurso y deberá ser formada por representantes de las Asociaciones de Golf de los países participantes. Esta Comisión deberá nombrar un Comité de Árbitros para decidir cuestiones reglamentarias de golf durante el torneo”.
En agosto de 1942, el comité envió por primera vez invitaciones especiales para participar en los Campeonatos de Golf de Chile a las autoridades golfísticas de Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Perú, Uruguay y Venezuela. El convite era para los ya tradicionales campeonatos de aficionados y el Abierto de Chile, con el añadido de la Copa Los Andes.
Todos los países invitados presentaron sus excusas y el año siguiente la invitación se repitió, obteniendo la misma respuesta.
Finalmente, en septiembre de 1944, con la participación de la delegación de golfistas argentinos, nació La Copa Los Andes. Por esos años, el Club de Golf Los Leones era un suburbio de Santiago, donde el verde del campo estaba salpicado por unas pocas residencias de pobladores aventurados o restos de antiguas quintas. Hoy, la cancha es el corazón de un barrio residencial que precisamente se llama El Golf.
En 1947, el trofeo se jugó fuera de Santiago, entre las delegaciones chilenas y argentinas. Fue precisamente en la cancha de Palermo, asiento inicial del Golf Club Argentino, fundado en 1905 como la primera entidad totalmente nacional dedicada al juego de golf.
En 1948, la competencia contó con tres equipos, pues se sumó Uruguay. Este país participó en Santiago en carácter de “invitado”, aunque en el acuerdo también se estableció que a partir de entonces el país que se incorporaba al certamen organizaría la edición del año siguiente.
La década de 1950 marco la definitiva imposición de la Copa Los Andes, pues en ese periodo la cantidad de participantes se elevo de tres a nueve. En 1954 se añadió la competencia femenina y se creó la Federacion Sudamericana de Golf.
La década del 70 se completo la integración del golf sudamericano alrededor de la Copa Los Andes, con el ingreso de Paraguay, registrado en 1974. La sede del certamen roto entre los diez países, pues se jugó por primera vez en Bolivia y Paraguay.
El Sistema de Juego
Una de las particularidades de la Copa Los Andes, que ha perdurado a través de los años, es su sistema de juego. La sublimación del juego de equipos, la modalidad match play y la competencia a través de 36 hoyos diarios se combinan para imprimirle al torneo un carácter único.
Cada equipo enfrenta diariamente a dos rivales, con dos partidos foursomes por la mañana y cuatro individuales por la tarde. Al cabo de cuatro jornadas, cada representación nacional habrá enfrentado así a los ocho rivales. Este calendario es ideal para el enfrentamiento de nueve equipos a lo largo de cuatro días. En tal sentido, fue una de las razones que llevaron a la Federacion Sudamericana de Golf a establecer el sistema de descenso, por el cual el último clasificado de los torneos de caballeros y damas queda fuera de la siguiente edición del Sudamericano. Se esgrimió además el argumento que la competencia se volvería atractiva incluso lejos de la lucha por el título, en la búsqueda de zafar del descenso.
Los nuevos tiempos
Al iniciarse la última década del siglo XX, la Copa Los Andes era un torneo hecho y derecho, al que nadie quería faltar y que todos querían ganar. Las reuniones sociales de los primeros tiempos ya no encontraban lugar en un programa de partidos cargado y exigente. La renovación de jugadores también se hizo mayor que en el pasado, cuando la competencia permitía el reencuentro de viejos rivales, pero por sobre todo amigos. Poco a poco, el promedio de edad de los equipos fue bajando y los planteles se hicieron más jóvenes.
La Copa Los Andes ha servido también de preparación para aquellos jugadores que eligieron el golf como futura profesión.